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Cuento: Hacerse mujer hoy

Hoy me gustaría compartiros este cuento, para reflexionar un poco acerca del concepto que tenemos de nuestro cuerpo y el que socialmente se nos impone de alguna forma. ¿Hablamos de salud realmente o es un cánon de belleza que va cambiando como las modas?


Por Julia Jiménez Hens @nosequecenar


“Hola, me llamo Elvira y tengo 14 años. La semana que viene por fin termino el curso, 3º de la ESO, y me iré de campamento con mis amigas como el año pasado. Lo que más me gusta del campamento al que voy es que durante 15 días me olvido del reloj, de pintarme los ojos y de pensar qué conjunto voy a ponerme cada mañana. Allí ni siquiera me depilo. Paso. Me encanta porque siento que no necesito estar preocupándome por si estoy “medio decente” para que no me miren raro, como sí me pasa en el colegio. En el campa todos vamos a nuestra bola, tengo amigos tíos que incluso se ponen falda porque allí no está mal visto y dicen que van más frescos. Me encanta. Están fatal. Ojalá todo el mundo fuera así siempre. Recuerdo que hubo un año que se rompió uno de los espejos del baño y ni me importó. Nos pasamos todo el campa sin mirarnos la cara. Al principio sí que lo echaba en falta porque aquí en el colegio casi siempre que hay un descanso entre clase y clase vamos al baño y nos retocamos un poco. Pero allí… Buah, allí me dejo crecer hasta el entrecejo jajaja. Me encanta. Tengo otros amigos que van a campamentos de otro tipo, de estos que tienen 20 deportes diferentes, clases de idiomas y hasta tienda con chuches y patatas fritas. El mío es mucho más cutre y por eso me encanta. Es simple, es sencillo, está perdido en medio del campo y eso lo hace maravilloso, porque es una evasión de lo de siempre. Es como viviría si no se le hubiera ido la cabeza a medio mundo y no tuviera que encajar en lo que se espera de mi. Es como mi refugio y el aire fresco que necesito cada año para recordarme que las cosas pueden ir mejor. Es mi garantía de que es posible un cambio en la sociedad, otra forma de vida, y de que puedo ser más feliz que si me dejo llevar por la corriente sin cuestionarme nada.


La verdad, me apetece muchísimo que llegue ya el día en que hago el macuto y me voy. Ver de nuevo a mis amigos del año pasado y pasarnos las noches hablando, mirando a las estrellas, como solemos hacer todos los años cuando los monitores se van a dormir. Eso es vida. Sólo de pensarlo se me pone la piel de gallina. No sé por qué no hacemos este tipo de cosas el resto del año. Parece como si no tuviéramos tiempo para eso, pero sí para memorizar cosas que ni entiendo o ver programas en la tele que son más de lo mismo. De verdad que no entiendo cómo construimos los seres humanos nuestras prioridades. A veces pienso que se nos ha ido a todos lo cabeza, en serio. ¡Ay!, me muero de ganas de irme. Además allí somos todos super diferentes y es genial. En el colegio somos como mucho más iguales en todo. En la forma de vestir sobre todo, pero también en la forma de pensar. Ahora que lo pienso, si mis padres vieran mi grupo de amigos del campa igual les daba un ataque. Mejor que no los vean, no lo entenderían jajajaja...


De todas formas, todavía faltan dos semanas para que me vaya. La semana que viene Claudia organiza una fiestecilla en su piscina para celebrar fin de exámenes y va a ir mucha gente del curso. Dicen que estará bien. En realidad, si lo pienso, me da un poco de vértigo. Lleva todo el año sin darme el sol y estoy blanquísima, además me he dado cuenta de que me han salido estrías en los pechos y en los muslos. Creo que es porque he engordado. Ahora tengo bastante más culo y caderas. Me acuerdo que hace unos pocos años ni pensaba en eso, pero la verdad es que ahora no me siento del todo segura con mi cuerpo. Bueno, en realidad lo odio. Es amorfo. No es proporcionado como el de Laura o Cris, que son delgadas, altas, con los muslos finos y la cinturita estrecha, y bastante más perfectas que yo. Mis tetas no son para nada redondas ni turgentes, son más bien como picudas y caídas. Jamás he visto unas tetas como las mías en ninguna película ni ninguna revista. No sé si son raras o es que están mal. Me dan vergüenza. Luego están mis muslos. Hace 3 años no tenía estos muslos. Me rozan cuando camino y además tienen hoyos y celulitis. Son horribles. Me da vergüenza contárselo a nadie porque no sé si es normal, pero está claro que no quiero enseñarlos. Y luego está mi tripa. La verdad es que llevo todo el año haciendo deporte en el gimnasio porque quiero tener la tripa más plana. Me encantaría que se me marcaran los abdominales como esas cuentas de tías fitness increíbles que sigo en Instagram.


Joder, me siento super frustrada porque voy a entrenar 5 días en semana y no consigo que mi cuerpo esté tonificado como el de esas chicas. Antes salía los viernes pero ahora voy a entrenar. Bueno, en realidad antes de todo esto estaba en el equipo de fútbol y me encantaba, la verdad. Pero al final lo dejé. Todas estaban como en esa honda de entrenar en el gimnasio para subir el culo, que ahora está de moda tener el culo grande y arriba, y marcar abdominales… y a mí con el fútbol no se me marcaba nada de eso. Bueno, lo dejé por eso y porque me llamaban marimacho. A ver, no lo hacían a la cara, pero sé que lo hacían. Un día llegó uno de 4º y me preguntó que si era bollera. No entendía a qué venía la pregunta, pero con el tiempo me enteré que rulaba por ahí una foto mía con la equipación de fútbol y que habían hecho un meme diciendo que me molaba mirar a las tías del equipo de baloncesto en el vestuario mientras se cambiaban. En fin, me acuerdo que aquello me destrozó porque no entendí por qué lo hicieron. Luego me dolió todavía más cuando me enteré de que el chico que me molaba de mi clase le había pasado la foto por whatsapp a mis amigas y ellas no me habían dicho nada. Pero bueno, eso ya es agua pasada. La cosa es que al final decidí dejar el equipo e irme a entrenar sola a un gimnasio para que se me marcaran los abdominales y perder estos muslos que tengo. Pero ya estamos en junio y mi cuerpo sigue dando asco.


Ayer quedé con mis amigas por la tarde y estuvimos mirando juntas unas revistas. Muchos viernes lo hacemos mientras nos ponemos un poco al día. La cosa es que empezamos a mirar fotos de chicas en bikini y, la verdad, estaban todas más buenas que yo. Sin excepción. La revista comparaba a las mujeres entre ellas y ponía cosas como “¿quién lo lleva mejor?”, “¿quién es más sexy?”, “a esta y a la otra se le van a echar todos los chicos encima con esas curvas”… En fin, cosas así. Lo que me dejó con la autoestima por los suelos es que en la revista ponían “Argh” y “Puagh” junto a fotos robadas de unas modelos a las que les salía un poco de flacidez en los muslos y en los brazos. Puf, me desmoroné. Mi cuerpo es el doble de grande que esos cuerpos, y tengo infinitamente más flacidez que esas tías. Si ellas dan asco yo no debería ni de salir de casa. La verdad, no me apetece ir a la fiesta de la piscina porque no quiero quedarme en bikini delante de toda esa gente. Me doy asco y sé que van a mirarme mal.


La verdad es que no entiendo nada porque estoy haciendo deporte y comiendo sano, pero tengo un cuerpo horrible. Y lo peor de todo es que antes lo último que me preocupaba al hacer deporte y jugar al fútbol era mi cuerpo. Y antes lo último que me preocupaba al llegar el verano era mi culo. Pero es que no lo puedo evitar, sé que está todo mal. Echo de menos cuando era más niña y todo eso me daba igual.


Ayer por la noche cuando llegué a casa estaba mi padre cenando. Le pregunté a mi madre que si no cenaba y me dijo que estaba a dieta, que quería perder lo que le sobra para las vacaciones en la playa, y que estas semanas iba a cenar sólo un yogur de esos 0%. Por la noche le estuve dando vueltas y creo que también me voy a poner a dieta como ella. Creo que voy a dejar de cenar y me voy a comprar todos esos productos light del super porque me tengo que poner ya en serio. Hay una chica que sigo en Instagram que tiene un cuerpazo. Pone siempre fotos de unos zumos de colores y de infusiones adelgazantes. Dice que dos días a la semana bebe sólo zumos. Sale también con unas pastillas que te ayudan a quemar más calorías en reposo y con otras que hacen que absorbas menos grasa en las comidas. Me las voy a comprar. Sé que las venden en la farmacia y sin receta, me lo dijo una amiga, así que no pueden ser peligrosas. Hay otra chica de otra cuenta que toma diuréticos y dice que son la clave para que no se te hinche la tripa ni los muslos, así que creo que también los compraré.


Creo que no sé lo voy a decir a nadie porque me da vergüenza, pero sé que ahora sí que voy a conseguir quererme. Cuando por fin tenga los muslos delgados y los abdominales marcados sé que me van a mirar de otra forma. Se van a quedar todos impresionados. Me podré poner por fin los shorts cortos de hace dos veranos, y esa faldita que me encanta. No he visto nunca a ninguna mujer con un cuerpo como el mío en ninguno de los programas de la tele que veo. Ni en el Hormiguero, ni en Top Chef, ni en Zapeando, ni en ninguno… En las revistas Glamour, Vogue, Elle, Woman… tampoco. Mi cuerpo da asco y hasta que no lo cambie voy a ser incapaz de quererme. ¿Quién me va a querer así? Nadie puede quererse así. La verdad, no sé si quiero dejar de ser una niña para convertirme en una mujer. No me imaginaba que ser una mujer fuera esto.


En fin, mañana mismo me bajo al super y a la farmacia, me lo compro todo, y me pongo en serio.”


Cuando Elvira habla de “ponerse en serio” (con la dieta), habla de comprar una larga lista de productos alimenticios con envoltorios rosas, orientados y destinados a la mujer, con nombres similares a los siguientes:


- Barritas sustitutivas “Linea” 0% grasas

- Cereales “Wellness” light

- Galletas “Ligera” sin sal

- Bizcochitos “Diet-Fibra”, para cuidar tu línea

- Preparado de cacao soluble, 0% azúcares añadidos

- Mermelada “Diet”

- Mayonesa “Ligerita”


Y un largo etcétera…


Elvira en realidad no existe, pero tristemente Elvira podría ser cualquier niña. Elvira pude ser yo o pudimos haber sido cualquiera de nosotras en nuestra adolescencia. ¿Qué estamos haciendo? ¿Cuál es el mensaje que lanzamos a la sociedad cuando apoyamos y consumimos todas estas revistas, programas, productos, etc.? ¿Estamos actuando con responsabilidad? ¿Cómo afecta este continuo e incesante bombardeo sobre la importancia del físico a la población más vulnerable? ¿Qué valores estamos inculcando a los jóvenes? ¿Qué les estamos enseñando a cultivar? ¿Qué estamos mostrando, con el ejemplo, que es lo importante?


¿Les enseñamos a pensar, a ser críticos, a cuestionarse las cosas? ¿O les obligamos a encajar en una sociedad que destroza su autoestima? ¿Les enseñamos a quererse por lo que son? ¿O señalamos que lo importante es cómo te ven los demás? ¿Cómo trata la industria a la mujer? Las películas, las series, los programas de televisión, las revistas “femeninas”, ¿y la industria alimentaria? ¿Quieren a la mujer? ¿O la quieren esclava? ¿Crean productos para satisfacer las necesidades de la mujer? ¿O crean mujeres vulnerables y esclavas que satisfacen su perspectiva económica de beneficios? ¿Te quieren libre y con autoestima? ¿O te quieren dependiente y consumista? ¿Y tú? ¿Apoyas este trato despreciable? ¿Crees que es lo que mereces? ¿Lo que merecemos? ¿Vas a seguir consumiendo estos productos y educando con este ejemplo a las generaciones próximas? ¿Vas a seguir mal-tratándote? ¿Vas a seguir cediéndole el poder de quererte y respetarte a este sistema enfermo, manipulador y consumista?


Seas o no mujer… ¿No crees que como mujer, como ser humano, merecemos más?

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