Quizás recordéis que la primera ola feminista no dejó a las mujeres en una buena posición, entran en el siglo XIX sin derechos, sin oportunidades y totalmente dependientes de los hombres que las rodeaban.
Pero ¿Qué llevó a las mujeres a luchar con insistencia por el derecho al voto? Pues vamos por partes.
La segunda ola del feminismo abarca aproximadamente desde mediados del siglo XIX hasta los años 50 (siglo XX).
Necesitamos un ambiente caldeado (que, como hemos dicho, ya tenemos), una fuerza que impulsa la educación de las mujeres (el conocimiento es un arma, nunca lo olvidéis), que en este momento fue la corriente Luterana de la Iglesia (promovía la libre interpretación de los textos sagrados y una culturización de las mujeres religiosas), y una injusticia. Esta última llega en 1840 en Londres, durante el congreso antiesclavista donde las mujeres participantes son relegadas a escuchar dicha conferencia tras una cortina. Ya tenemos el caldo de cultivo perfecto para encender las llamas del que será el movimiento feminista de la segunda ola.
El movimiento por la abolición de la esclavitud en Estados Unidos fue un símil para muchas mujeres, que luchando por dicha causa descubrieron analogías con sus propia situación, en cuanto a lo que a derechos se refiere. Con ello, y el suceso antes mencionado, comienza la gestación de lo que se convertirá en el sufragio femenino o lo que es lo mismo: el derecho de las mujeres a votar.
Aquí hay que destacar dos nombres, Lucretia Mott y Elizabeth Candy Stanton, que comenzaron siendo antiesclavistas y se acabaron convirtiendo en fieles defensoras de los derechos de las mujeres.
El verano de 1848 con la Declaración de Seneca Falls o Declaración de Sentimientos, se crea el primer programa político para lograr este objetivo, acudiendo a esta reunión más de 300 personas. En ella, se posicionaron contra lo que en ese momento decía la ley estadounidense: las mujeres no podían votar, ni afiliarse a organizaciones políticas, ni ostentar cargos políticos, tampoco podían tener propiedades, tener negocios propios o abrir cuentas corrientes.
En 1866, tras la organización del movimiento feminista por los derechos de las mujeres, son traicionadas, aceptándose el derecho al voto y el reconocimiento de derechos de los esclavos, pero prohibiendo de manera explícita el de las mujeres. Pero no fue la única traición, ante el temor de los esclavos varones de perder lo que tanto les había costado conseguir, tampoco ellos apoyan a las mujeres.
Elisabeth Candy Stanton y Susan B. Anthony fundan entonces (1868) la NWSA, Asociación nacional pro sufragio femenino, y con ella surgen diferentes corrientes más conservadoras, escisiones y un sin fin de idas y venidas hasta que por fin, en 1920, y con el apoyo del presidente Wilson consiguen el derecho al voto en EEUU, 72 años después de la Declaración de Seneca Falls y sin que las dos impulsoras del movimiento llegaran a conocerlo.
Fuente utilizada:
Varela, Nuria. 2014. Feminismo para principiantes by Nuria Varela(2014-09-24).
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